El vino de San Martín de Valdeiglesias tenía la consideración de
medicina, y como tal se distribuía y vendía en la Edad Media, según señaló Hugo
García Garcimartín, investigador y profesor de Historia durante la reciente
conferencia organizada por la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa
María. “Se utilizaba contra la peste como medicina”, señaló el profesor Hugo
García, autor de una tesis sobre la Baja Edad Media en el valle del Alberche.
En esa época, el vino sanmartino competía con Méntrida o Navalcarnero en las
tabernas de Madrid y su provincia, pero, además de ser citado en obras clásicas
como las de Miguel de Cervantes, tenía la ventaja de ser considerado un remedio
–suponemos que no demasiado eficaz para tales efectos, visto con los ojos de
hoy- contra la peste que asolaba los reinos de España y de Europa.
La Asociación de Amigos del
Monasterio de Santa María la Real, en Pelayos de la Presa, organizó esta
conferencia celebrada en el salón de plenos del Ayuntamiento de esta población.
Su objetivo es dar a conocer la historia del único monasterio cisterciente de
la Comunidad de Madrid y reivindicar su protección artística, cultural y
medioambiental. Hugo García que ha investigado en su tesis doctoral sobre la
Edad Media en el valle del Alberche trató de explicar cómo vivían monjes y moradores
del valle hace 700-800 años. “Normalmente se cree que en la Edad Media el
pecado más castigado era la lujuria pero no es así. En realidad, la soberbia y
la avaricia eran de los siete pecados capitales los peor considerados; algo que
acerca a la visión que hoy existe también en la sociedad actual”, afirmó el
profesor García Garcimartín.
Desgranó este profesor la visión
que entonces se tenía sobre el tiempo, la familia, la enfermedad y la muerte,
así como sobre Dios y el pecado. “Tenemos una visión deformada de la Edad Media
como una época muy violenta. En este sentido, el siglo XXI es mucho más
violento que aquella época”, señaló. El
concepto de tiempo estaba, por ejemplo, muy pegado a las actividades económicas
y agrícolas. Los impuestos se cobraban en época de recogida (San Juan) o de
recolección del vino (San Miguel), y Cuaresma “era época de poca actividad”, no
sólo por una razón religiosa sino más bien porque había poco dinero y había que
ahorrar para la siguiente siembra. “En el campo, si no existía monasterio –cosa
que en la zona de Valdeiglesias sí ocurría- los labriegos no sabían la hora del
día. En las villas o ciudades como San Martín sí. Para la Iglesia fue un duro
golpe cuando los mercaderes empiezan a construir relojes en sus villas porque
entonces el “monopolio” del tiempo dejó de ser su patrimonio exclusivo”, señaló
Hugo García.
Un aspecto crucial en la Edad
Media es la construcción de puentes sobre los ríos, como es el caso del
Alberche, un río de caudal medio que en la mayor parte de su curso requería
puentes estables de piedra para el paso de ganado, carros y personas. Durante
años los puentes medievales de Valsordo cumplían la función de la trashumancia,
de movimiento de ganado entre el eje Avila-Toledo-Madrid. Con la construcción
del Puente Nuevo, sobre el Alberche, el eje varió y benefició el comercio con
Segovia. “Eran las autovías del siglo XV”, apostillo Hugo García.
Pelayos era una aldea rural,
dedicada a la agricultura y la ganadería. Y dependiente económicamente del
monasterio, a quien debía tributo. San Martín, sin embargo, era una población con
presencia de caballeros y que en numerosas ocasiones se enfrentó a los abades
del monasterio por tierras en litigio y usos de las tierras tanto ganaderas
como agrícolas.
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